Paseo junto al puerto de Funchal

Es curioso, pero lo primero que descubrí hace unos meses cuando comencé a preparar mi viaje a Madeira fue, que buscara donde buscara, apenas existía información alguna sobre esta impresionante isla por ninguna parte.

Pocos datos encontré en blogs y foros. Algo que llamó muchísimo mi atención. Además, las guías que vendían sobre Madeira eran muy pequeñitas y, para mi sorpresa, en la Lonely Planet de Portugal (es la que suelo comprar siempre que viajo mientras no sea a África- para estos países prefiero las Bradt) ni se nombraba este rincón portugués.

Mural a la llegada al aeropuerto de Madeira

¡Las lagartijas están presentes continuamente en todas partes en Funchal!

Así que me propuse entonces contar en cuanto volviera detalles y curiosidades a tener en cuenta durante un viaje a la isla. Pero como, a pesar de ser pequeñita, da para muchísimo, vayamos por partes.

Hoy os hablaré de Funchal, su capital.

A Funchal (y a Madeira, claro) se puede llegar o por aire, o en crucero… Como lo más barato y lo más lógico para muchos de nosotros es hacerlo en avión, os cuento que hay posibilidades de encontrar billetes económicos para viajar directamente desde Lisboa con Easyjet. En cuestión de hora y media ya estás aterrizando en el impresionante aeropuerto de Madeira. Y lo de impresionante no lo digo precisamente porque sea grande… ¡más bien porque aterrizas casi en el mar y da un poco de miedito!

Cuando se llega a la ciudad en autobús desde el aeropuerto asombra su inmensidad. Casitas… y casitas… y más casitas… así hasta el infinito de manera que sus tejados cubren todo el anfiteatro natural que supone Funchal. Un anfiteatro en el que el escenario, por supuesto, es el mar.

La mayoría de los tejados en Funchal son naranjas, como los que se pueden ver en la fotografía

La ciudad cuenta con 100 mil habitantes. Una cifra bastante exagerada si pensamos en una islita de 741 kilómetros cuadrados. Es el centro comercial, turístico y cultural más importante de todo el archipiélago que forma Madeira. En ella se concentran muchos lugares curiosos que visitar y diversas actividades que merece la pena probar. Os aconsejaría que al menos le dedicarais, si vais con suficiente tiempo, un par de días.

Aquí os cuento las 10 cosas que no deberíais dejar de hacer en Funchal.

 

1)    PERDERSE POR LA ZONA VELHA

Sin duda alguna el barrio con más personalidad de toda Funchal. Pasear por sus calles adoquinadas con la típica calzada portuguesa y perderse por los recovecos es toda una gozada.

Calzada típica de basalto y mármol en las calles portuguesas

Una de las calles de la Zona Velha de Funchal

Una de sus principales calles, y la que más me gustó de entre todas, es la Rua de Santa María. Repleta de bares, restaruantes, tiendas y galerías de arte… Lo más moderno de toda la isla se concentra en este lugar. Cada establecimiento tiene decorada su puerta de entrada con murales dibujados por diferentes artistas, a cada cual más bonito y original.

Puerta decorada en la calle Santa María de la Zona Velha

La Zona Velha es el lugar donde se unen la mayoría de artistas de la isla

A lo largo de la Rua Santa María existen numerosas galerías de arte

Por las noches el barrio se invade de vida. Es entonces cuando los restaurantes se llenan y Santa María se convierte en el punto de encuentro de todos aquellos jóvenes a los que les apetece tomar una copita escuchando buena música.

 

2)    VISITAR SUS PARQUES Y JARDINES

Aunque si nos extendemos al resto de la isla tendríamos un enorme paraíso para aquellos amantes de la naturaleza, ask el mismo Funchal ya nos ofrece muchas posibilidades.

Detalle de uno de los parques de la ciudad

Caminando por la ciudad nos encontramos con varios parques que bien merecen una parada– o más bien un paseo pausado- por entre sus senderos. Decenas de plantas y flores autóctonas de la isla, de mil colores y formas, deleitan nuestra vista debido al exotismo de todo lo que crece en este rincón del mundo.

Madeira cuenta con un clima fantástico que se mantiene igual durante todo el año. Esto es debido a su posición geográfica privilegiada y su orografía montañosa. Las temperaturas oscilan normalmente entre los 25º del verano y los 17º del invierno. Un clima suave que invita, aún más si cabe, a visitar este bello lugar.

Jardín Panorámico

En el estanque del Jardín Panorámico se pueden ver varios cisnes

Uno de los jardines de Funchal que os animo a que visitéis es, por ejemplo, el Jardín Panorámico. Se encuentra en pleno centro de Funchal, en la Avenida Monumental, y desde ella se obtiene una inmejorable vista del océano Atlántico.

Vistas del Océano Atlántico desde el Jardín Panorámico

Un poco más al norte, cuando ya hemos empezado a subir metros hacia la escarpada montaña, se sitúan el Jardín Botánico, con más de 35 mil metros cuadrados, o el Parque Municipal de Monte. Ambas se encuentran en la zona conocida, valga la redundancia, como Monte. Una de las maneras de llegar hasta arriba es en el Funicular que conecta la zona antigua de Funchal, junto al mar, con la más alta, justo en este lugar. Un trayecto de 15 minutos de duración y que bien merece la pena aunque sea simplemente por contemplar las vistas durante el viaje.

Las vistas durante el trayecto que realiza el teleférico hasta Monte son impresionantes

 

3)    VISITAR LAS ADEGAS DE SAO FRANCISCO: EL VINO CON MÁS HISTORIA

También conocido como Old Blandy´s Wine Lodge, el monasterio de San Francisco terminó convirtiéndose en tienda de vinos ya por 1834.

Quizás podría afirmarse que el vino es una de las piezas esenciales de Madeira. Con hasta 30 tipos de uva diferentes cultivadas en el terreno madeirense, cultivadas siempre a mano, para hablar de la historia de sus viñedos debemos retroceder hasta 5 siglos atrás.

La bodega de Sao Francisco es la más antigua de Madeira

Como curiosidades os cuento que el vino de Madeira fue elogiado por Shakespeare en alguna de sus obras. Fue elegido para celebrar la independencia de los EEUU el 4 de julio de 1776. Por supuesto, también ha sido admirado por monarcas, presidentes y todo tipo de personajes de relevancia que han tenido la suerte de probarlo alguna vez en sus vidas.

La bodega ofrece visitas guiadas en las que cuentan con detalle la historia de la empresa. Para finalizar, lo mejor es hacer un lapsus en el tiempo y dedicar una parte de él a catar algunos de sus vinos… El entorno acompaña y uno se siente comodísimo mientras disfruta del sabor auténtico e inigualable de los vinos madeirenses. Yo, sin dudarlo, ¡¡me quedo con el dulce!!

En las bodegas se pueden catar todos los vinos que poseen en su haber

Miles de botellas están almacenadas en las bodegas de Sao Francisco

Si os apetece llevaros alguna que otra botella para disfrutarla con más tranquilidad en casa la bodega os ofrece una posibilidad que, al menos a nosotros, nos vino estupendamente. Como viajábamos con equipaje de mano únicamente no podíamos llevar con nosotros líquidos de más de 100 ml. Resulta que Blandy´s tiene una tienda en el interior del aeropuerto, una vez pasados los controles, donde podéis recoger justo antes de montaros en el avión todo aquello que hayáis decidido comprar desde su bodega en el centro de Funchal. ¡Una idea estupenda! Nosotros decidimos llevarnos 4 botellas (¡de las cuales ya no queda ni una!).

Cuando se empieza con una copita… ¡es complicado parar! ¡Está riquísimo!

 

4)    ENTRAR EN LA CATEDRAL DE LA SÉ

Como toda capital Funchal cuenta con una catedral imponente que se encuentra en el centro del a ciudad. Erguida desde hace ya 5 siglos, es del más puro estilo gótico y bien merece una visita, aunque sea de pasada.

Exterior de la Catedral de la Sé

Si hubiera que destacar algo quizás sería los azulejos a cuadros que decoran la torre de la aguja y que suponen un elemento característico de las iglesias madeirenses.

 

5)    DESCUBRIR NUEVOS SABORES Y OLORES EN EL MERCADO DE LAVRADORES

Pura vida. Así podría describirse, en tan sólo dos palabras, el mercado de Lavradores, situado en pleno centro del casco antiguo de Funchal. Desde que se cruza la puerta de entrada el alboroto está presente y no para durante toda la visita. Vendedores y compradores, isleños y turistas, todos juntos caminando, fotografiando y charlando por todas partes.

Vista general del mercado de Lavradores

Por intentar expresarlo de manera que me entendáis: entrar en el mercado de Lavradores es como meterse de cabeza en una canasta de fruta. Si tenéis algo de hambre sin duda alguna cuando salgáis del mercado se os habrá pasado. Los tenderos ofrecen a todo el que se deje trozos de las frutas más exóticas para que las prueben. No sé cuántas variantes de maracuyá pude degustar sin moverme de allí… ¡y todos estaban riquísimos! Al final caímos y nos llevamos unos cuantos… eso sí, ¡¡¡a 20 euros el kilo!!!

En el mercado se pueden probar hasta una decena de maracuyás diferentes

Otra de las exóticas frutas que se pueden encontrar en el mercado

Pero no sólo se puede encontrar fruta en el mercado. A la entrada al edificio se encuentran los puestos de flores. Las vendedoras, todas vestidas con sus trajes típicos, se encargan de saludar a los visitantes mientras arreglan sus coloridas flores para que queden vistosas. Aunque hay mil tipos diferentes, la reina de la fiesta es, sin duda, el Ave del Paraíso: la flor típica de Madeira.

El Ave del Paraíso: flor más típica de Madeira

Todas las vendedoras de flores del mercado van vestidas con sus trajes típicos

Los laterales del mercado son más tranquilos. En ellos se encuentran los puestos de artículos de mimbre y recuerdos de la isla. Es al final del recinto donde el movimiento vuelve a ser el protagonista: se trata de la zona de pescadería. Gritos anunciando precios o simplemente discusiones entre los propios pescaderos se convierten en “la música de fondo”. Pescados de todas las formas y tamaños esperan sobre las encimeras a que alguien los elija como el menú del día. De la misma manera posan, ya rendidos a la muerte pero cono los ojos bien abiertos, a las decenas de turistas curiosos que los fotografían continuamente. Y si el Ave del Paraíso era la reina de la fiesta en la zona de floristería, en esta ocasión quien sustenta el título es, sin duda, el pez espada (¡ojo! No es el pez espada que nosotros conocemos: ¡este es mucho más feo!).

Uno de los pescaderos del mercado ofreciendo su producto

El pez espada o sable, como lo conoceríamos nosotros. ¡Es feísimo, no creéis!?

Nota: El mercado abre todos los días excepto los domingos.

 

6)    SUBIR A MONTE Y ADMIRAR LAS VISTAS DE LA CIUDAD

Una vez se sube a Monte en el funicular que lo une con el casco antiguo, se puede dar un paseo hasta la iglesia Nostra Senhora do Monte. Toda la zona está llena de quintas pertenecientes a gente adinerada. Antes de la II Guerra Mundial este era el principal enclave turístico.

¡Para llegar hasta la Iglesia de Nostra Senhora do Monte hay que subir unas cuantas escaleras!

La iglesia puede considerarse el lugar más destacado de toda la zona. Lo más interesante es que en la capilla se encuentra la tumba de Carlos I de Habsburgo, el último emperador de Austria. Tras ser exiliado después de la I Guerra Mundial a Madeira, enfermó de tuberculosis. Sus últimos días los pasó en Monte, donde finalmente fue enterrado. Y con él, también lo hizo la historia del linaje de los Habsburgo.

Estatua de Carlos I de Habsburgo, quien se encuentra enterrado en la iglesia do Monte

 

7)     EXPERIMENTAR UN SUBIDÓN DE ADRENALINA GRACIAS A LOS “CARREIROS”

Justo en los alrededores de la iglesia se pueden ver, a todas horas, diferentes grupos de hombres vestidos todos de igual manera: camisa y pantalones blancos y sombrero de paja. Estos no son otros que los famosos carreiros.

Uno de los carreiros caminando por las calles de Monte

¡Y es que una de las actividades más conocidas de las que se pueden realizar en Funchal suponen una subida de adrenalina enorme de la que estos sujetos son los culpables!

Algunas de las pertenencias de los carreiros colgadas mientras esperan a que lleguen clientes

Se trata de descender en un carro de mimbre por cuestas de lo más empinadas impulsados por dos carreiros. Corren y empujan el trineo, que suele ser de dos o tres plazas máximo y que está sujeto a unos rieles engrasados para que deslice aún más, cuesta abajo durante varios kilómetros. Las botas de los canasterios suelen tener un trozo de neumático atado a la suela de sus botas para poder frenar mejor cuando lo necesitan. ¡Deben de tener cuidado ya que hay partes del trayecto en las que se cruzan con otras calles por las que circulan coches y puede llegar a ser un pelín peligroso! Hay quien ve esta actividad como un “saca euros” y otros a los que les divierte. Nosotros la hicimos porque nos apeteció probar. He de decir que la experiencia es bastante curiosa y merece la pena a pesar de ser algo cara: 25 euros por dos personas.

¡Carreiros a punto de comenzar la bajada!

Las curvas son los momentos más complicados del trayecto

¡Ojo! No os dejéis engañar por los taxistas que esperan a los turistas que se bajan de los canastos al final del trayecto. Intentan convencer a todo el mundo de que tomen un taxi hasta el centro de Funchal cobrándoles una barbaridad… No es necesario. Si camináis tranquilamente cuesta abajo, al cabo de 30 minutos aproximadamente llegaréis por vuestro propio pie. ¡Así aprovecháis el paseo!

 

8.    EMOCIONARSE CON LA BANDA SONORA DE PORTUGAL

Si pudiera ponerle banda sonora a los paseos por las calles de Funchal sin duda sería un fado. No importa qué canción en concreto. Pero sí sería esencial ese toque de melancolía y tristeza que tanto engancha a todo el que la escucha.

Tenía muy claro una vez que supe que viajaría a Madeira que quería ir a algún lugar donde pudiera escuchar fado en directo. Me puse a investigar y, a través de internet, supe de un pequeño restaurante familiar situado en el casco antiguo en el que me prometían alguna que otra sorpresa.

Exterior de Sabor a Fado

Sabor a Fado era el nombre del local. Así que mapa en mano fuimos a buscarlo para intentar cenar allí el mismo día que aterrizamos en la isla. Lo que encontramos fue, como bien había leído en las críticas, un lugar tremendamente acogedor. No es que destacara por su elegancia u opulencia. Más bien todo lo contrario. Incluso me pareció un tanto “cutre”.  Creo que lo que más me gustó fue que justo a la entrada, en el descansillo que llevaba al interior del restaurante, hubiera una pared repleta de fotografías antiguas, de familiares la mayoría de ellas, en las que quedaba reflejado que el fado era parte de sus vidas de verdad.

Una familia formada por padres, hermanos, e incluso abuelo y alguna prima… todos dirigiendo el negocio sabiendo muy bien cómo repartirse las tareas. El restaurante contaba con apenas 6 o 7 mesas que en la mayoría de las ocasiones incluso se compartía con otros comensales.

Una de las cantantes de fado sentada a la mesa con los clientes

Uno de los momentos de la actuación

La camarera que nos atendió, más bien desaliñada pero amabiliísima y simpática, nos ayudó a escoger qué tomar para cenar. La sorpresa vino cuando un rato después dos hombres (un señor mayor y otro joven) se sentaron en el pequeño espacio que quedaba entre las mesas y se pusieron a tocar. Nuestra camarera, que nos acababa de servir uno de los platos de nuestra cena, cuando iba de vuelta a la cocina se paró, en el momento justo, y se puso a cantar… Igual sí que esperábamos que la actuación funcionara así, pero incluso intuyéndolo, nos sorprendió. La voz que tenía, ya no sólo ella, sino el resto de camareras, la madre que andaba con las cuentas de los clientes, e incluso el cocinero que apareció con su traje y su gorro desde el interior de la cocina en un par de ocasiones, nos embaucó… Qué maravilla de actuaciones y qué lujazo de sitio. ¡Os lo recomiendo sin dudarlo!

 

9)    DISFRUTAR DE SU GASTRONOMÌA

Si ya he hablado de sus vinos y de su música… ¡sólo me queda hablar de su comida!

Los que me conocéis o me leéis asiduamente sabéis ya que la gastronomía es uno de mis puntos débiles. ¡Me encanta conocer la cocina típica de cada lugar al que viajo y soy muy exigente con lo que pruebo!

Funchal, a pesar de ser la capital de una isla pequeñita, tiene la suerte de contar con todo tipo de influencias. En sus calles se pueden encontrar locales en los que tomar desde sushi a burritos mexicanos pasando por pizza o la típica hamburguesa del McDonald´s.

Pero si lo que os apetece es probar lo verdaderamente autóctono, aquí os recomiendo varios platos:

Pescado acompañado de polenta, alimento clásico de la gastronomía madeirense

El plato estrella madeirense es el espada (¡ese pescado feo del que os hablaba en el mercado de Lavradores!). Hay quien lo conoce como “sable” y, como ya avisé anteriormente, nada tiene que ver con el pez espada que todos conocemos. Está rico de sabor y la manera más tradicional de prepararlo es con plátano frito. Por una cosa o por otra finalmente me quedé con las ganas de probarlo con esta receta, pero sí que lo hice acompañado por otro de los alimentos más típicos en la isla:

-La polenta frita. Existen varios tipos de polenta que se pueden encontrar en diversos lugares del mundo. En Madeira la más típica es la amarilla, que procede del maíz y que está para chuparse los dedos. Servidos parecen, tan sólo estéticamente, patatas fritas gigantes, sin embargo nada tiene que ver con eso. Para acompañar pescados o carnes están deliciosas y una vez que se empieza con el primer trozo… ¡os aseguro que es imposible parar! ¡¡Qué rico, de verdad!!

Lapas grelhadas. Absolutamente deliciosas. No tengo palabras. Riquísimas.. Una de las cosas más ricas que probé. Aunque se supone que es algo típico, no es tan fácil encontrar lugares donde las sirvan. Hacedme caso: pedidlas y probadlas. Después, ya me diréis.

Lapas grelhadas: ¡deliciosas!

-Bolo do caco. Un producto absolutamente típico. Tanto, que existen puestos dispersos por todas las calles de la ciudad en la que se venden sobre la marcha a precios muy baratos. Se trata de una especie de pan (como un mollete) que calientan, abren por la mitad y le untan aquello que se le pida. Lo más normal es que vaya acompañado por mantequilla de ajo. Suelen aparecer en todas las cartas de los restaurantes y se pide de primer plato para ir abriendo boca.

Puesto de Bolo do Cacos en medio de la ciudad

Importante: ¡Tened cuidado con los horarios! En la hora del almuerzo suelen ser más permisivos, pero para cenar es necesario ir a los restaurantes a una hora prudente.

 

10)    DEJARSE DESLUMBRAR POR SUS TRADICIONES

Cuando la fecha de un viaje coincide con las fiestas del lugar al que se viaja es, al menos para mí, un punto a favor. Aunque es cierto que a veces estas fiestas alteran la cotidianeidad del lugar (que también está genial conocerla), en otras muchas ocasiones suponen la oportunidad de conocer muchos aspectos de la cultura y autóctona que de otra manera, nos sería imposible.

Es precisamente esto lo que me ocurrió en Madeira. Tuve la suerte de viajar a la isla justo para celebrar el fin de año 2012. Y fue un acierto.

Uno de los grupos de folclore de la isla en plena actuación callejera

Un señor sirve vino de forma tradicional desde una bolsa hecha con piel de cordero

Por un lado, la ciudad entera de Funchal (aunque en realidad la isla al completo) estaba decorada de Navidad y eso le daba un aire festivo y alegre al ambiente. Por otro lado, para celebrar las fiestas, muchos grupos de música tradicional de la ciudad salieron a sus calles a hacer llegar a todo el mundo parte de la idiosincrasia de su cultura.

Calles de Funchal decoradas de Navidad

Los madeirenses decoran cada detalle de la ciudad con motivos navideños

Por último, y como colofón final, el día antes de volver a España fue la noche de fin de año y pudimos disfrutar en primera persona del mayor espectáculo de fuegos artificiales del mundo. Una baile de luces y colores que iluminó el cielo de la isla durante 10 minutos sin un segundo de descanso. Incluso los cruceros lanzaron los suyos desde el mar. Un destino más que recomendado para pasar estas fiestas 🙂

Fuegos artificiales en la noche de fin de año en Funchal

DATOS PRÁCTICOS:

CÓMO LLEGAR: Iberia conecta la mayoría de los aeropuertos españoles con el de Lisboa. Una vez en la capital portuguesa es fácil encontrar un vuelo directo a Madeira con una compañía de bajo coste.

Si quieres más información sobre qué hacer en el resto de la isla de Madeira, ¡te invito a que leas este otro artículo pinchando AQUÍ!

COMER:

Sabor do Fado. Ya os hablé en el apartado de Fado sobre este lugar. Muy recomendable!

Pastelaria Chaves Douro. Estuvimos cenando una noche. Es el típico bar cutrecillo escondido en una callejuela del centro. La carta está escrita sobre cartulinas en medio de la calle, pero todo estuvo riquísimo. Y su propietario, un señor de mediana edad que hablaba perfectamente español, de lo más agradable. Se encuentra ne la Travessa Nascimento número 3.

DORMIR: Hay muchísimos hoteles de todo incluido y para todos los gustos repartidos por la ciudad. Nosotros, sin embargo, optamos por alquilar un apartamento. Se encontraba en un edificio de nueva construcción pero muy bien situado. Apartamentos Atlantida.

 

Aquí podéis ver el apartamento en el que nos quedamos

 

Detalle de la habitación

¿Qué, has reservado ya las fechas para irte a Madeira? ¿Y a qué estás esperando? 😛