Jerez y sus vinos… un legado histórico.

Cuando los fenicios desembarcaron en las costas gaditanas hace ya 3 mil años, lo que menos podían imaginar es que traían consigo lo que al tiempo se convertiría en uno de los mayores tesoros de la provincia: su vino.

Las tierras fértiles de la zona, los altos niveles de humedad y el clima amable (con un viento de poniente que suaviza las altas y bajas temperaturas), pronto generaron un ambiente propicio para el cultivo de uno los productos más completos que existen. Y es que catar un vino de Cádiz no es cualquier cosa: su sabor no recuerda a nada probado antes.

El clima de Cádiz reúne las condiciones idóneas para que la producción de vino sea año tras año un éxito

Si a esto se le suma el paisaje inigualable del que se puede disfrutar en la provincia sureña… ¿que más se puede pedir?

Uno de los paisajes más bonitos de Andalucía: Doñana

Precisamente por todo esto el día que recibí un correo en el que me comentaban que se estaba preparando un encuentro de fin de semana con blogueros durante el que se descubriría/visitaría/disfrutaría de ambos atractivos, no lo pensé dos veces. Por supuesto, acepté a conocer un poco más de ese rinconcito andaluz que me lleva sorprendiendo toda la vida. Y así fue como el día 22 de marzo me encontré de camino al TBMCádiz14.

Y si hay que hablar de un lugar clave en la historia del vino de Cádiz, ask ese es, sin duda, Jerez. ¡Por algo ha sido elegida Ciudad Europea del Vino 2014. Así que esta fue nuestra primera parada.

Viñedos de Luis Pérez

Con un terreno que se extiende a lo largo de más de 7.000 hectáreas, se trata del núcleo de producción de los vinos, vinagres y brandys amparados bajo la Denominación de Origen Jerez-Xérés-Sherry, Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, Vinagre de Jerez y Denominación Específica de Brandy de Jerez. Esta tierra de vinos es denominada, cómo no, Marco de Jerez.

Las botas de vino de roble americano se apilan colocando los más jóvenes en la parte alta y los más viejos a ras de suelo

Para adentrarnos un poco en las entrañas de este mundo la organización del evento (Lola Rueda, una excelente experta en turismo 2.0, y Turismo de Cádiz) nos llevó a recorrer dos de las muchas bodegas que están establecidas en la ciudad. La primera de ellas supuso toda una sorpresa para los que nos encontrábamos allí. Se trató de Bodegas Tradición, una empresa con más de 350 años de historia y erigida en pleno centro histórico de Jerez. La visita fue guiada por Daniel, nuestro cicerone particular que hizo todo el recorrido explicándonos, con paciencia y esmero, el proceso del vino desde que es uva hasta que se convierte en ese caldo tan exquisito y que tanto nos gusta a todos. Atravesar las diferentes naves, repletas de antiguas botas que le daban al lugar ese olor tan característico de las bodegas, fue una experiencia estupenda. Como también lo fue el descubrir toda una cultura hasta ahora casi desconocida para mí.

Bodegas Tradición se fundó en Jerez hace más de 350 años

Venenciar el vino es un arte que no todo el mundo controla

Las botas de vino de madera de roble americano en las que se conserva el vino se apilan unas sobre otras a lo largo de extensos pasillos organizados por la tipología del vino que guardan celosamente. Eso sí, los vinos más jóvenes van en las botas más altas. Según su antigüedad van pasando a otros de nivel inferior hasta alcanzar la altura del suelo, donde se encuentran los de mayor calidad (¡de ahí surge el término “solera”, curiosamente!). Son esas botas las que contienen el vino de más edad.

El recorrido finalizó, como os imaginaréis, con una cata. Empezando por el fino, pasando por el amontillado y palo cortado hasta llegar al Pedro Ximénez, mi favorito…. (siempre he sido de sabores más dulces, he de admitirlo).

Durante la cata en la bodega probamos hasta cuatro vinos diferentes

Sin embargo, y aunque cueste creerlo, lo mejor de todo nos lo habían dejado para el final. Resulta que esta antigua bodega cuenta con una de las pinacotecas de arte del siglo XV al XIX más amplias de Andalucía. Hace ya muchos años una de las galerías fue acondicionada para albergar la colección Joaquín Rivero, compuesta por obras de arte que resumen todos los movimientos artísticos de importancia de la historia de la pintura española: Zurbarán, Velázquez, Goya, Picasso…  ¿cómo os quedáis? Pues imaginadme a mí cuando, además, pude pasear por esa galería admirando las obras maestras mientras mantenía en mis manos una copita de Pedro Ximénez… ¡En ningún otro sitio podréis encontrar vinos y arte unidos de esta manera!

Vinos y arte en Bodegas Tradición

La pinacoteca cuenta con numerosas obras de arte de los siglos XV al XIX

Con una parada para llenar el buche (entre tanta cata era necesario comer un poco de sólido y empapar así esos ricos vinos), nos vimos sentados ante una magnífica mesa en el restaurante El Embarcadero, en el hotel Duque de Nájera de Rota. ¡Vaya manjares! Fue un lugar perfecto para probar las delicias más típicas de la gastronomía gaditana. Y, para terminar, cómo no, otra pequeña cata: la de una copa de Tintilla, una variedad de uva autóctona de Rota cuyos vinos elabora y comercializa la Bodega el Gato, la más mítica y conocida del pueblo. Otra copita dulce, ¡de las que a mí me gustan!

El Hotel Duque de Nájera, en Rota, cuenta con un fabuloso restaurante: El Embarcadero

Riquísimas las tortillitas de camarones del restaurante El Embarcadero

Rota, con 16 kilómetros de playa, está bañada por le océano Atlántico. Su paseo marítimo es ideal para caminar y recargar las pilas (y, por qué no decirlo, bajar la comida). Es lo que tiene una ciudad que mira al mar, que la energía que irradia siempre es positiva. Muy cerca, en su casco histórico, se encuentra uno de los mayores atractivos de Rota: el castillo de la Luna, construido por Guzmán el Bueno en el siglo XIII. Su patio interior, del siglo XV, es una preciosidad. Aún conserva los zócalos con dibujos y una galería arcada bellísima.

El Castillo de la Luna en Rota fue construido en el siglo XIII por Guzmán el Bueno

La playa de Rota se extiende a lo largo de 16 kilómetros

Lo ideal para terminar de relajarse y disfrutar de hasta el último detalle de este municipio es tomarse una copita mirando al mar en el chill out del hotel Playa de la Luz. Se trata de uno de esos hoteles con solera, históricos, de los que se podría decir que si las paredes hablaran… nos contarían más de un secreto. Fue reformado hace unos años y, aunque mantiene ese aire que hace notar que estamos en un lugar de los de toda la vida, transmite una sensación íntima y moderna.

Las vistas desde el Hotel Playa de la Luz invitan a darse un bañito en la playa… ¿a que sí?

Pero la jornada aún no había finalizado. Aún nos faltaba una nueva bodega por visitar. En esta ocasión Lola se encargó de incluir en nuestro día una empresa algo más pequeña, familiar, de vino de autor: Bodegas Luis PérezFátima, la hija del mismísimo Luis Pérez, dueño de la bodega, fue la encargada de recibirnos y de mostrárnosla tratándonos como si fuéramos amigos de toda la vida. Sin lugar a dudas supo transmitirnos y hacernos entender la pasión que se siente en esta familia por el vino y su elaboración. Un amor que se ha transmitido de padre a hijos y que, por supuesto, deja su huella en el producto.

Esta vez, al tratarse de una bodega establecida en los propios campos de cultivo, nos trasladamos hasta sus tierras. Hectáreas y hectáreas de siembras nos rodeaban. Y, a lo lejos, la silueta de la ciudad de Jerez, madre de la cultura que aquí se veneraba.

Hectáreas de viñedo rodean a las bodegas de Luis Pérez

Así crece la uva que se convertirá en vino en Bodegas Luis Pérez

Fátima se encargó de contarnos poco a poco, y al detalle, todo el proceso de siembra y vendimia de la uva, la cual se realiza manualmente cada verano. Avanzamos por cada rincón de aquel templo del vino descubriendo su mecanismo y sus secretos. La manera en la que Fátima nos explicaba, cercana y apta para todos los públicos, nos hacía introducirnos por completo en su relato. Casi parecía que estuviéramos siendo testigos de la elaboración de sus vinos. La tarde fue avanzando y el sol comenzó a desaparecer ofreciéndonos un espectáculo impresionante de luces y colores sobre las viñas.

Bodegas de Luis Pérez

Fátima nos explica con todo detalle las características de los vinos de Luis Pérez

Para finalizar la visita y tras casi dos horas, cómo no, tocó probar el producto. Fátima nos ofreció tres vinos diferentes a catar. El primero fue un vino blanco que supone, según nos explicó, una apuesta suya personal y que estaba en proceso de convertirse en fino (aún no lo comercializan). Les auguro un éxito asegurado. A este le siguieron un rosado y uno de sus tintos. En los terrenos de Luis Pérez se cultivan hasta cinco variedades diferentes de uva, como por ejemplo Syrah, Merlot o Tempranillo.

Atardece sobre Jerez desde las Bodegas de Luis Pérez

Después de un intenso día nos dirigimos hasta el alojamiento oficial del “meet up”: el Hotel Jerez & Spa, uno de los hoteles más castizos y con más historia de la ciudad. En pleno centro de Jerez, la que fue nuestra casa durante todo el fin de semana puede presumir de ser uno de los cinco estrellas de la cadena Hoteles con Encanto. El descanso fue merecido y disfrutado.

Mi habitación en el Hotel Jerez & Spa

A la mañana siguiente Cádiz se despertaba con un sol radiante y nos esperaba para mostrarnos otra de sus caras: su riqueza paisajística. Y por ello nos trasladamos hasta otra de las capitales del vino gaditano: Sanlúcar de Barrameda, aunque en esta ocasión su famosa manzanilla tendría que esperar un poco ser catada. En Bajo de Guía aguardaba la barcaza que realiza el trayecto entre ambos puntos así que allá que nos subimos, echándole valor a la brisa fría que corría a esas horas, para llegar a nuestro destino.

La barcaza, el transporte más auténtico para cruzar desde Sanlúcar hasta Doñana

¡El capitán de nuestro barco!

Un enorme todoterreno nos recogió al otro lado del Guadalquivir y así comenzó nuestra visita guiada, de la mano de la Cooperativa Andaluza Marismas del Rocío, por más de 70 kilómetros en una ruta de 4 horas. He de confesar algo de lo que me avergüenzo bastante: hasta este momento no conocía Doñana. Jamás me había adentrado en este paraíso y sí, aunque sabía que se trataba de todo un tesoro, no me había hecho a la idea de hasta qué punto.

Los vehículos en los que nos movimos por Doñana están preparados para reducir en un 75% los gases contaminantes

Recorrimos playas vírgenes, matorral mediterráneo, bosques y marismas. Incluso un conjunto de dunas móviles de 30 metros de altura que poco a poco ganaban terreno a los bosques de piño. Impresionante. Nuestro guía fue informándonos de cada uno de los detalles del recorrido, dándonos datos sobre la fauna y la flora autóctonas. Suerte tuvimos de cruzarnos en varias ocasiones con algún que otro ciervo y jabalí. El paisaje mutaba a cada paso y los contrastes no dejaban de sorprendernos.

Huellas de zorro en una de las dunas móviles de Doñana

Algunas de la dunas del Parque Natural de Doñana parecen infinitas, imposible saber dónde acaban

En Doñana también se encuentra el antiguo poblado de La Plancha. Allí se conservan varias chozas, una de ellas en uso hasta hace tan sólo unos años. Estas fueron las viviendas de varias familias que durante mucho tiempo se dedicaron a la producción de carbón. Hoy día sirven para hacerse una idea de cómo se desarrollaba el día a día en aquella época.

Jabalíes campan a sus anchas por el Parque Nacional de Doñana

De vuelta a Sanlúcar, y como broche final al viaje, hicimos una parada en Bajo de Guía para disfrutar de la gastronomía sanluqueña. Nuestro fin de semana llegaba a su fin, el hambre apretaba y Casa Juan tuvo el detalle de abrirnos sus puertas para ofrecernos sus tapas más exitosas.

Los restaurantes de Bajo de Guía en Sanlúcar invitan a relajarse y olvidarse del mundo

Copa de manzanilla en mano, con el sabor de la esencia gaditana aún en nuestros paladares, íbamos planteándonos decirle adiós a esta tierra. Un rincón al que el paso del tiempo le ha otorgado un estatus inigualable por su tradición vinícola. Algo que unido a la naturaleza más pura y bella, convierten a Cádiz en un lugar para querer quedarse. 

Recuerdo del #TBMCádiz14 sobre la arena de Doñana