Londres, healing con unos 12 millones de habitantes, podría decirse que es la ciudad más multicultural del mundo. Y me atrevería a decir que incluso más que Nueva York. Aquí los emigrantes conservan sus raíces y tradiciones, y así es como se consigue una verdadera mezcla cultural casi imposible de encontrar en ningún otro lugar…

De lo que os voy a hablar hoy poco tiene que ver con ese popurrí interracial propio de la ciudad, aunque sí que está relacionado con el millón de cosas que permite hacer un rincón del mundo tan activo como Londres. Si ya existen miles de restaurantes (una vez más, representando cada rincón del mundo) repartidos por toda la ciudad en los que poder degustar desde un rico pollo korma hindú a un buen ceviche peruano, qué tal si lo hiciésemos sintiéndonos como en nuestra propia casa?

Pues bien, esto es posible desde hace un tiempo en Londres, porque han surgido los conocidos como “restaurantes clandestinos”.

Gente a la que le apetece demostrar sus fabulosas dotes culinarias. Tan fácil como esto. Nada más. Bueno, esto y las suficientes ganas como para meter en tu propia casa a un grupo de hasta 15 personas para darles de cenar…

Aunque son conocidas como clandestinas, no lo son del todo. Cada vez existen más repartidas por toda la ciudad y encontrarlas es tan fácil como buscar un poco en internet… Muchas de ellas tienen incluso su propia web o página en Facebook. Un número de teléfono y el día que organizarán la cena en casa: tan sólo se necesita llamar, y reservar. Como si de un restaurante se tratara…

Los precios suelen variar de unos lugares a otros. Tom, el que fue nuestro camarero-anfitrión-cocinero, cobraba 35 libras por persona. Aunque no fuera del todo barato, os puedo asegurar que la cena bien los valía. Y eso que el vino corría de nuestra parte!!

Con la dirección apuntada en un papel nos montamos en un taxi y llegamos al que sería nuestro restaurante durante las próximas horas. Nos adentramos en la casa de alguien, de un desconocido, y nos entregamos a él (gastronómicamente hablando) con confianza. Nos acompañó al salón, donde ya se las había arreglado como había podido para organizar algo lo más parecido a un restaurante: dos mesas enormes que no dejaban espacio para casi nada más, bien presentadas y con lo necesario esperando sobre la mesa. En cada una de ellas, un grupo de amigos sentados con los que compartir la velada… una forma intersante de conocer gente nueva!

En nuestra mesa el grupo se componía de gente de diferentes partes del mundo: una eslovaca, un francés, un australiano, una austríaca… todos amigos y compañeros de mesa con los que mantener una charla amistosa.

Se abrió el vino y la conversación fluyó. Mientras, Tom, seguía ajetreado en su pequeña cocina… Tenía que preparar la cena para 14 peresonas… sería capaz?? En un momento dado aproveché para ir al baño y descubrí, de refilón, que sobre la cama de su habitación tenía  organizados los vasos y platos que utilizaría para cada momento… Al fin y al cabo se trataba de un pequeño apartamento, y qué otro lugar podía ser mejor para preparar el menaje?

Entre idas y venidas a la cocina, Tom nos contó un poco su historia: se dedicaba al negocio inmobiliario cuando, un día por su cumpleaños, su padre le invitó a comer a uno de los mejores restaurantes de Londres. Se dio cuenta entonces de que le encantaría trabajar en el mundo de la hostelería ya que la cocina no se le daba tan mal. Decidió dejar su trabajo y prepararse para abrir su propio negocio gastronómico… pero mientras, pensó que por qué no aprovechar y dar a probar desde casa sus recetas a diferentes comensales a través de esta iniciativa. Un fin de semana al mes abre las puertas de su restaurante clandestino. La cosa le
 ha ido bien y próximamente piensaa abrir un pequeño puesto en el mercado de Camden.

Y charlando sobre la historia de Tom y la alegría porque hay gente que es capaz de dejarlo todo para cumplir sus sueños, comenzó a llegar la comida! Nos contó que el menú estaba compuesto de seis platos diferentes… qué barbaridad! De forma increíble, todo llegó súper puntual y a la temperatura necesaria. Cada  nuevo plato tenía mejor pinta que el anterior y absolutamente todo estaba riquísimo!

Aquí os dejo la lista de lo que cenamos aquella noche:

-Tosta de pan de cereales con crema de mayonesa y trozos de salmón ahumado por él mismo

-Estupenda crema de guisantes con jamón ahumado en su fondo

-Sorbete de gin tonic

-Lubina a la plancha sobre sopa de judías verdes y blancas con mantequilla y verduras

-Barriguita de cerdo con puré de patatas casero

-Maceta de chocolate: base de chocolate blanco cubierta por cookies machacadas de chocolate con leche: absolutamente delicioso!!

No tengo que deciros más. Lo que sí os puedo asegurar es que todo estaba buenísimo, pero que mejor salir a correr un rato tras meterse todo esto en el cuerpo porque light, lo que se dice light… más bien había poquito…

Ya os he dicho que esto se ha puesto tan de moda en Londres que hay muchas opciones entre las que elegir. Si a alguien le apetece probar, aquí os dejo el enlace a la web de Tom, por si coincidiera que cuando vayáis sea justo cuando él organiza la cena clandestina! Y vosotros, qué opináis? Serías capaces de preparar algo así en vuestras casas…?

Que os aproveche!!