Estampas de Ámsterdam. Así de bella es.

Estampas de Ámsterdam. Así de bella es.

Canales, coffee-shops y bicicletas.

Probablemente estas sean las tres palabras que más se relacionan con Ámsterdam en todo el mundo. Las tres que más se repiten y las primeras que vienen a la cabeza cuando se habla de la ciudad. Sin embargo la capital holandesa tiene tantos otros atractivos que hacer una recopilación de ellos resulta prácticamente imposible. Así que en esta ocasión no me voy a parar a hacer enumeraciones. Simplemente voy a hablaros de Ámsterdam.

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Bicicletas: las dueñas de la ciudad

Bicicletas: las dueñas de la ciudad

De Ámsterdam me gustan sus calles llenas de vida, sus edificios de ladrillo, sus barcas atracadas en el borde de los canales y sus cafeterías calentitas en las que parar a tomar un “hot chocolate” -acompañado por un rico pastel-. Por eso, cada vez que visito la ciudad, suelo pasear por los barrios más céntricos sin mirar el reloj, aunque a veces se me vaya el santo al cielo y se me pasen las horas sin controlarlas.

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Ventanas de Ámsterdam

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Hay gente que vive en barquitos atracados en los canales de la ciudad

Cafeterías acogedoras en las que apetece parar a hacer un descanso

Cafeterías acogedoras en las que apetece parar a hacer un descanso

También me gustan sus “stroopwafels”, esas galletas tan típicas que elaboran en el momento en cualquier puesto callejero. Y su arquitectura, siempre dispuesta a sorprender con una nueva construcción al doblar cualquier esquina. Me gustan sus parques y sus puentes. Sus zuecos amarillos. Me gusta su arte callejero y sus coloridos tulipanes. Y también, por supuesto, me gustan sus historias.

Arte callejero por las calles de Ámsterdam

Es normal encontrar muestras de arte callejero sin cesar

Me enamoré de este edificio escalonado

Me enamoré de este edificio escalonado

Estos no son stroopwafles, ¡pero es que no tengo ninguna foto!

Estos no son stroopwafles, ¡pero es que no tengo ninguna foto!

No recuerdo si tenía 10 o 11 años cuando un verano, por mis buenas notas en el colegio, mis padres me regalaron un libro. En la portada, una fotografía en blanco y negro de una niña morena, sonriente, sentada en el pupitre de una clase. Supe perfectamente qué tenía en mis manos: mi madre me había hablado tantas veces de ella, que era obvio. El Diario de Ana Frank se convirtió en mi lectura durante aquel mes de julio.

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Por eso siempre tuve muy claro cuál sería una de mis primeras paradas el día que visitara Ámsterdam: la casa de Ana Frank. Imposible olvidar la sensación que tuve cuando entré en aquella “parte de atrás”. Cuando vi en primera persona lo que había leído hacía tantos años: esas minúsculas habitaciones en las que convivieron, escondidos y en clandestinidad mientras Holanda era ocupada por los nazis, la familia de Ana, los van Pels y Fritz Pfeffer. Los recortes de revistas pegados en la pared de la habitación de Ana; aquella estantería-puerta secreta hacia la casa oculta; las escaleras que daban a la parte más alta del edificio…

Era una manera diferente de adentrarse en el gran conflicto de la II Guerra Mundial poniéndole cara a las víctimas. Poniéndole nombre y apellidos. He vuelto a visitar la casa de Ana Frank en otro de mis viajes a Ámsterdam y las sensaciones se han repetido exactamente como la primera vez.

Plaza Dam

Plaza Dam

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Y más bicis...

Y más bicis…

Calles del Barrio Rojo

Calles del Barrio Rojo

De Ámsterdam también me gustan sus tranvías. Y su Estación Central. Sus bicis de todos los tamaños y colores y sus timbres sonando sin cesar. Su plaza Dam y los canales del Singel. Sus casas borrachas y estrechas. Sus niños que corretean por las calles a pesar del frío y sus adultos aprendiendo a patinar.

Me encantan las casas borrachas

Me encantan las casas borrachas

Me gusta su Barrio Rojo, con sus escaparates y sus shows eróticos. Me gusta su barrio moderno, con sus tiendas repletas de artículos tontos que siempre estás dispuesto a comprar. Me encantan sus hipsters y sus bohemios. Sus máquinas automáticas con croquetas. Pero, sobre todo, me gustan sus mercados.

Cuando descubrí esto me encantó: el monumento a las prostitutas junto a la iglesia más antigua de Ámsterdam

Cuando descubrí esto me encantó: el monumento a las prostitutas junto a la iglesia más antigua de Ámsterdam

Tiendas en el barrio de "Las 9 calles de Ámsterdam"

Tiendas en el barrio de “Las 9 calles de Ámsterdam”

Cada uno aprende a patinar como puede...

Cada uno aprende a patinar como puede…

Croquetas

Así son las máquinas automáticas de croquetas, y están por todas partes

Y me fascina la facilidad que tienen los holandeses para montarlos en cualquier sitio. Aparecen junto a los canales o en la primera plaza con la que te topas, y en ellos hay montados puestos de todo tipo. Mi debilidad son los que venden queso, tengo que reconocerlo. Al final siempre vuelvo de cada viaje con un par de “Goudas” en la maleta. Qué le voy a hacer, soy una ratona.

Comprando árboles de Navidad en un mercado

Comprando árboles de Navidad en un mercado

Mercado de pulgas junto a los canales del a ciudad

Mercado de pulgas junto a los canales del a ciudad

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Discos a 1 euro

Libros a 1 euro

El Edam que me vuelve loca

El Gouda que me vuelve loca

También me gusta el arte holandés. Disfruto con Rembrandt, Van Gogh y Vermeer. Con Mondriaan y El Bosco. Con sus exposiciones de arte contemporáneo en plena calle. Y me entusiasman los museos de Ámsterdam.

Uno de los mayores atractivos turísticos: las letras del I Amsterdam y el Rijksmuseum

Uno de los mayores atractivos turísticos: las letras del I Amsterdam y el Rijksmuseum

Hace unos años tuve la gran suerte de viajar a la ciudad por trabajo. Mi misión fue grabar un reportaje a Cruz y Ortiz, los arquitectos sevillanos que se encargaron del proyecto de remodelación del Rijksmuseum. Aunque el reportaje nunca llegó a emitirse -y eso me fastidia mucho porque quedó genial-, la experiencia fue alucinante. Nos adentramos en las entrañas del museo con cascos de obra sobre nuestras cabezas. Todo estaba absolutamente vacío. Diáfano. En una de las principales salas, una tela enorme recreaba “La ronda de noche”, de Rembrandt. Así quedaba claro cuál era su lugar –ya no de manera física, sino también simbólica-. Nos colamos en la trastienda del museo y conocimos su atelier, donde los restauradores, concentrados, trabajaban en devolverle la luz y la vida a muchas de las obras.

"La Ronda de Noche", de Rembrandt

“La Ronda de Noche”, de Rembrandt

Así de bonitas son algunas paredes del Museo Van Gogh

Así de bonitas son algunas paredes del Museo Van Gogh

"La lechera", de Vermeer. En el Rijksmuseum

“La lechera”, de Vermeer. En el Rijksmuseum

De Ámsterdam también me gustan sus letras juguetonas. Me apasionan las sorpresas que siempre tiene preparadas. Incluso los turistas que pasean por todas partes. Me gustan sus noches y sus días. Sus amaneceres y sus atardeceres. Cuando hace buen tiempo y cuando llueve.

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Por todo esto Ámsterdam me parece una ciudad sin igual. Genuina. En la que nada recuerda a ningún otro lugar y todo es auténtico.

Y a ti, ¿qué es lo que más te gusta de Ámsterdam?

INFORMACIÓN PRÁCTICA: ¿Estás planteándote viajar a Ámsterdam próximamente? Vueling Airlines ofrece vuelos diarios directos a la capital holandesa desde varias ciudades españolas. ¡Una buenísima elección si aún no te has decidido!