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Cosmopolita, pintoresca y viva: solo hace falta pasar un par de horas en Zúrich para saber que se está a punto de descubrir una ciudad que late a mil por hora. Zúrich tiene todas las papeletas para atraparte sin que apenas puedas darte cuenta y, así sin más, se convierta en una de tus ciudades favoritas del continente. ¿Las razones? Muchas y muy sencillas, empezando porque en ella se mezclan la historia más interesante y los tintes modernos de una sociedad que va a la vanguardia de Europa en muchos aspectos.

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Recorrer Zúrich es descubrir numerosas ciudades en una. Desde sus museos a su casco antiguo. Desde las tiendas más underground a las de bolsillos adinerados. Desde sus canales a su inmenso lago o desde sus infinitos chocolates a sus sabrosos quesos.

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Hoy os propongo descubrir todas las caras de la principal ciudad de Suiza en 10 propuestas indispensables.

¡Allá vamos, Zúrich!

1-El Altstadt

Sí, es un clásico, pero para conocer bien una ciudad es absolutamente imprescindible recorrer su pasado. Y, para ello, claro está, hay que dirigirse a la zona antigua, que en este caso es conocido como “Altstadt”.

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Las calles del casco antiguo de Zúrich parecen, realmente, sacadas de un cuento de hadas. Sus edificios, con ese aire medieval que les caracteriza, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo al siglo X, nos dan pistas de cómo debió ser la vida tiempo atrás. Por supuesto, algo tiene que ver en ello el que el casco antiguo no haya sido destruido por ninguna guerra jamás en su historia y permanezca como en sus inicios: bello hasta en el más pequeño de sus detalles.

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Cada recoveco, cada esquina, cada pequeño rincón de este barrio suizo está repleto de curiosidades. Por ejemplo, la que cuenta que fue Napoleón quien decidió colocar sobre cada una de las puertas de entrada de las casas del centro un nombre concreto (“León amarillo”, “Pájaro negro”) para que sus soldados pudieran reconocer cuál era la suya al llegar borrachos por las noches de los bares.

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Por sus calles se recorrerán zonas como Niederdorf (vías peatonales con tiendas de toda la vida) o Lindenhof (un paréntesis urbano donde se podrá decidir si jugar una partida de ajedrez sobre el suelo o disfrutar de las preciosas vistas de la ciudad que regala su mirador). Y no solo esto: en el Altstadt también se levantan las iglesias más antiguas de la ciudad, como la Fraumünster, la Peterskirche, o la que os propongo visitar en el segundo lugar de esta lista: la Grossmünster.

2-Las Torres Gemelas de Carlomagno

Poco o nada tienen que ver estas torres con las míticas neoyorquinas, qué va. Solo en el hecho de que son gemelas y que, además, ofrecen unas de las mejores vistas de todo Zúrich: las que se obtienen desde lo más alto de su catedral.

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La Grossmünster, como se conoce a la catedral de Zúrich, fue mandada construir por Carlomagno sobre las tumbas de San Félix y Santa Régula, considerados los patrones de la ciudad.

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Al entrar en la catedral, además de disfrutar del magnífico claustro y de su cripta, donde no está de más pararse unos minutos, se puede ir hasta la mesa situada junto a la entrada a una de sus torres, abonar los dos euros que cuesta poder subir a lo más alto, y hacer el esfuerzo de avanzar por los escalones que nos llevan hasta sus cuatro miradores diferentes en la misma torre.

3-Zúrich desde el agua

Y de las alturas, al agua. Porque si uno de los símbolos de Zúrich es precisamente su río Limmat (Limago para nosotros), no vamos a dejar de visitarlo, ¿no es así?

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Y hay opciones para todos los gustos. Porque si lo que nos apetece es caminar un poco, podremos seguir el recorrido del río por el paseo que acompaña a su cauce en ambas orillas. Una parte de él se encuentra inmerso en uno de los parques de la ciudad, el Platzspitz, con extensas zonas verdes que invitan a tumbarse un buen rato e incluso, por qué no, a darse un buen baño en las zonas habilitadas.

Pero, si de lo que tenemos ganas es de conocerlo en profundidad, la opción más original está clara: podremos hacer una ruta de hora y media por el Limmat y parte del lago de Zúrich partiendo del embarcadero junto al Museo Nacional. Las aguas del río fueron utilizadas durante muchos años para el transporte de mercancías en barco por gran parte del país aunque, a día de hoy, lo que más se ve por ellas son turistas.

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Durante el paseo pasaremos por las antiguas casas de gremios, distintas iglesias, solariums preparados para los ciudadanos que estén abonados e incluso por el ayuntamiento.

4-Probar una fondue

Ay, es solo escribir esta palabra y la boca se me hace agua… ¡qué delicia! Para los ratones como yo, que amamos con todas nuestras fuerzas el queso en todas sus variantes, Suiza en general es un paraíso.

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Existen diversos restaurantes especializados en este típico plato, aunque diferentes versiones del mismo. Puede escogerse entre la fondue tradicional, la llamada “mitad/mitad” (con dos quesos en lugar de cuatro) o acompañada por diferentes ingredientes. Junto a la fondue, una cesta repleta de taquitos de pan para pinchar, mojar, y así poder removerlos en el queso sin quemarnos…

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Recomendación: probadlo en el restaurante Swiss Chuchi, situado en los bajos del Hotel Adler, en una de las plazas principales del casco antiguo (Rosengrasse 10). Si hace buen tiempo se puede almorzar o cenar en las mesitas que tienen en el exterior y es muy agradable. Si no, el interior recrea un ambiente de lo más suizo.

5-Quedarse boquiabierto con los escaparates (o los precios) de Banhofstrasse

Porque sí, aunque el bolsillo ya se nos resiente en nuestro día a día en la ciudad, pisar esta calle ya es una locura absoluta. Las marcas más prestigiosas son las únicas capaces de pagar los locales de la Banhofstrasse para poder establecerse en ella, ya que hablamos de la avenida más cara del mundo. Prada, Versace, Chanel… comercios para determinados bolsillos que son capaces de pasear por sus aceras sin que los ojos se le salgan de las órbitas cuando ven los ceros que acompañan al precio de cualquiera de las prendas o complementos de los escaparates.

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Otros, al menos por ahora, nos limitamos a curiosear y hacer fotos de la estampa. ¡Qué le vamos a hacer!

6-Subir al Uetliberg

Esta montaña de nombre impronunciable se puede definir de una manera mucho más simple y atractiva: el mirador de Zúrich. O, lo que es lo mismo, la posibilidad de contemplar la ciudad suiza en miniatura rindiéndose ante el enorme lago de Zúrich. En los días despejados incluso se pueden ver, como colofón, los Alpes coronando la estampa.

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Desde el andén número 10 de la Estación Central de Zúrich sale el tren que, en aproximadamente 30 minutos, nos dejará en su última parada: Uetliberg. Después habrá que hacer un pequeño esfuerzo y caminar cuesta arriba por un sendero que nos llevará directamente hasta el mirador. Lo mejor de todo es como sin apenas habernos alejado de la ciudad nos veremos envueltos por la naturaleza más pura.

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Como última opción podremos pagar dos euros para subir a la enorme estructura desde la que obtendremos las vistas más espectaculares del lugar. Merece la pena.

7-Recorrer la Zúrich más alternativa en el Viadukt

He de reconocerlo: si hay un barrio de Zúrich que me ha sorprendido y seducido, es este. Arte callejero, tiendas de moda, negocios de lo más alternativos, bares de copas con decoración rocambolesca, mercados gourmet, diseñadores, hipsters y modernos, complementos fashion o la tienda de bolsos más característica de Zúrich. Todo sin salir del entorno de Im Viadukt, el barrio con más carisma de toda la cuidad. Los 36 arcos del viaducto del ferrocarril que fue construido en 1894 concentran todo esto y mucho más en sus tiendas y en los alrededores. Dedicar al menos medio día a esta zona es fundamental para empaparse de su esencia, aunque si se dispone de más tiempo, no nos defraudará.

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Y si nos da pereza visitarla durante el día porque no tenemos ganas de ir de compras, podremos dejar la opción par cuando llegue la noche: los clubs más modernos de la ciudad se reparten por los alrededores del barrio. No os lo podéis perder.

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8-Encontrarse cara a cara con el arte

Porque si de algo puede presumir (también) Zúrich, es de su oferta museística. Arte antiguo, moderno, contemporáneo o clásico. De arquitectura, de historia, costumbres o transportes. El número de museos para visitar en la ciudad es inabarcable, así que si tenemos que decidirnos por uno de ellos, os propongo un clásico: el Kunsthaus.

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Sin duda se trata del museo más importante de la ciudad, y en él podremos deleitarnos con sus hasta cuatro mil obras de arte. ¿Los autores? Nombres como Picasso, Kandinsky, Monet, Warhol o Klee completan las paredes del edificio.

No habrá tiempo para aburrirse.

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9-La Zúrich más dulce

Si antes ya abrimos el apetito hablando de queso, ahora toca la parte más dulce de la ciudad. Suiza y su chocolate es de lo más famoso y reconocido en el mundo, así que Zúrich, como imaginaréis, es de los mejores lugares del país para probarlo. Las chocolaterías abundan en cada esquina de la ciudad. Bombones, pralinés… el universo más dulce del mundo se concentra en sus calles sin que nadie se vea capaz de resistir a sus encantos.

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Aunque existen varias cadenas famosas, yo recomiendo sin dudarlo visitar alguna de las que la empresa Läderach tiene repartidas por la ciudad. Escoger entre la enorme variedad de formas y sabores será un auténtico dilema, pero no hay problema, se elija lo que se elija, se acertará seguro.

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10-Visitar la universidad en la que estudió Einstein

Aunque sorprendentemente la universidad no dedica ningún tipo de memorial en recordar a alguno de los 21 premios Nobel que pasaron por sus clases (incluido el mismísimo Albert Einstein), lo cierto es que entre sus paredes transcurrieron largas horas de estudios de sus años como profesores o alumnos.

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Merece la pena hacer una breve escapada a la Universidad de Zúrich para conocerla por dentro y por fuera. En sus pasillos se levantan algunas obras de arte, y en su exterior, desde una enorme explanada en la que descansar mientras se saborea una rica bratwurst, también se puede disfrutar de las bonitas vistas de la ciudad.

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Una buenísima opción para disfrutar de todas estas propuestas y mucho más es hacerse con la Zúrich Card. Entradas gratis, transportes, descuentos, sorpresas y muchas ideas para conocer la ciudad desde mil perspectivas diferentes.