Macetas en el Zoco de la Judería

Córdoba es una ciudad que no se esconde. El hecho de contar con grandes monumentos no deja indiferente al que la visita. Pero, además, es una ciudad de detalles. Y es que Córdoba es grande hasta en las pequeñas cosas.

En sus callejuelas, en sus adoquines… En los patios y cerámicas repletos de historia. Una historia que los cordobeses narran orgullosos a cada uno de sus visitantes.

Córdoba asombra al conocerla. Pero antes, hay que descubrirla.

Plaza de las Tendillas, en el centro de Córdoba

Un imán más para mi nevera!

Hace unos meses hice una escapada a Córdoba durante un fin de semana con mi amiga Miriam.  Aunque había estado mil veces, nunca lo había hecho con tranquilidad, disfrutándola. Así que en esta ocasión iba dispuesta a conocerla a fondo… en dos días.

Aunque pueda sonar algo pretencioso, os propongo en este post algunos planes que llevar a cabo para ir “algo más allá” y  encontrar la esencia de Córdoba en una visita rápida. Seguro que os sorprenderéis. ¿¿Estáis preparados?? ¡Comenzamos!

        1. PERDERSE POR LA JUDERÍA… 

La famosa Calleja de las Flores

Córdoba es la ciudad de la libertad. Un rincón del planeta en el que durante varios siglos convivieron, pacíficamente, los tres pilares religiosos del mundo: judíos, cristianos y musulmanes.  Un ejemplo de tolerancia que hoy día nos sorprende.

El legado que dejaron en Córdoba estos pueblos la enriquecen muchísimo.

La Judería hace referencia, precisamente, al lugar en el que vivían los judíos. Es una de las zonas más turísticas y caminar por sus calles es todo un gozo.

Calle de los Judíos

Hay mil escondrijos que piden ser fotografiados y el ambiente es estupendo. En la Judería se encuentra, además de la Mezquita-Catedral de Córdoba, el Zoco Municipal y la famosa Calleja de las Flores.

Pared de macetas en el Zoco de la Judería

Escultura en honor a Maimónides, filósofo judío de Córdoba

      2.    Visitar la Mezquita-Catedral.

Esta parada es indispensable si se visita Córdoba, no hay lugar a dudas. ¡¡Abandonar la ciudad sin hacer el alto obligado en la antigua mezquita puede considerarse un delito!!

Para acceder al monumento hay que entrar primero en el Patio de los Naranjos. No está de más darse una vueltecita por esta amplia plaza en la que el sonido del agua cayendo en las fuentes lo convierten en un oasis de paz en medio de la ciudad. Allí mismo está la taquilla y la entrada cuesta 8 euros por persona.

Patio de los Naranjos

Invitados de una boda llegando a la Catedral

No sé qué opinaréis si ya habéis estado alguna vez en vuestra vida, pero la primera vez que pisé el interior de la mezquita-catedral os puedo asegurar que me quedé sin palabras. No me podía imaginar algo así, sinceramente. Sí, todos estamos hartos de ver durante toda nuestra vida la típica imagen de los arcos de la mezquita… ¡pero nada que ver con verlos en primera persona!

El verdadero nombre de este templo es el de Catedral de la Asunción de nuestra Señora y se convirtió en lugar de culto católico tras la Reconquista en 1238. Hasta ese momento había sido la mezquita de Córdoba, que llevaba construida desde el 786 y que había sufrido numerosas remodelaciones durante el Emirato de córdoba y el Califato.

Arco en la muralla exterior de la Mezquita-Catedral

La mezcla de detalles de la religión musulmana y católica por toda la catedral la convierten en un lugar increíble.

Pero, para cambiar un poco, yo os propongo una manera diferente de descubrir la antigua mezquita: de noche. Sí, imaginad qué sensaciones produce pasear por sus 23.400 metros cuadrados cuando ya en el exterior la actividad ha cesado… Esto es posible gracias al Alma de Córdoba.

La Mezquita de Córdoba

Una visita guiada en grupo de hasta 90 personas (que no os importe esto, de verdad merece la pena), con unos cascos en los que una voz narra la historia al completo de la catedral mientras música clásica suena por altavoces y las salas se van iluminando al paso de la visita… ¡Emocionante!  Eso sí: prohibido hacer fotos… lo siento!!

¡Ah! Muy importante: ¡tenéis que reservar con antelación!

3.    HACER UNA RUTA POR SUS PATIOS. 

Típico patio cordobés

Córdoba es sinónimo de patios y eso es conocido por todo el mundo. Además, para orgullo de los cordobeses, desde el pasado diciembre son considerados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Gran parte de la historia de la ciudad se encuentra escrita, también, en ellos. En cada pared encalada, en cada maceta color azul y en cada geranio florecido.

Aunque la época más popular para ir a conocerlos es la primavera, Rafael Barón ofrece otra alternativa. 

Hacer una ruta por los patios a través de la empresa Descubrir los Patios Cordobeses. Además, hacerlo en cualquier otro mes que no sea mayo supone conocer más aún la idiosincrasia de aquellos cordobeses que dedican su vida, en cuerpo y alma, a ellos. Rafael Barón ama por encima de todas las cosas esta cultura y tradición cordobesas y por ello organiza rutas por cinco de los patios más emblemáticos de la ciudad.  Entre ellos el más antiguo, el más nuevo, el más galardonado e incluso el suyo propio, que se trata de un patio de nueva construcción pero hecho a la manera de los antiguos.

El patio cordobés más galardonado de la historia

Fuente del patio cordobés de Rafael Barón

Al mismo tiempo Rafael va contando, disfrutando como un enano, la historia y la procedencia de los patios de Córdoba. Mil curiosidades y anécdotas que desconocemos y que hacen la ruta, de dos horas de duración, mucho más amena si cabe.

Curiosidades como por ejemplo que las macetas de los patios son de color azul porque en el pasado se pintaban con un pigmento de ese tono que repelía los insectos. O que en verano, con las altas temperaturas cordobesas, entre el exterior y el interior de un patio hay una diferencia de hasta 10º gracias a las plantas. O que en el primer concurso de patios, que se realizó en el año 1.933, el primer premio fue de 500 pesetas.

En Córdoba existen 1.700 casas patio censadas, aunque de ellas tan sólo 220 son visitables. Os recomiendo realmente esta ruta. ¡Seguro que os encanta! (Si tenéis interés por contactar con Rafael escribidme y os facilitaré su correo).

Otro de los patios cordobeses que conocimos en nuestra ruta

Rafael Barón durante una de sus explicaciones

        4.   CONOCER LAS ESTANCIAS Y LOS JARDINES DEL PALACIO DE VIANA. 

Pasear por el Palacio de Viana es recorrer 5 siglos de historia empezando por las dos plantas del edificio y continuando por sus 12 patios. Ha sido declarado Monumento Histórico Artístico Nacional y Jardín Artístico… ¡casi nada!

Actualmente es propiedad de Cajasur, aunque numerosas familias nobles la han habitado hasta principios del siglo XX. Su nombre procede de una de las familias que vivió allí: los marqueses de Viana. Lo hicieron justo a finales del siglo XIX.

Cada habitación del palacio es casi un museo. Cuadros, tapices y muebles de épocas pasadas que transportan a todos los visitantes a otros momentos del a historia.

Una de las estancias del Palacio de Viana

Una de las habitaciones del Palacio

La visita por el interior del palacio tan sólo se puede realizar de manera guiada. Tras ella, lo mejor es perderse por sus 12 patios, arreglados al más puro estilo cordobés, y disfrutar del paseo. Se trata de uno de los principales atractivos del palacio y le han valido el reconocimiento de “Museo de los patios”.

Fuente en los jardines del Palacio de Viana

Jardín del palacio

        5.    PROBAR SU PLATO ESTRELLA: EL SALMOREJO.

Degustación de salmorejos en el restaurante Umami

No puedo negar que soy una comilona de los pies a la cabeza. Una de las cosas que más disfruto cuando viajo es de la gastronomía de cada lugar. Normalmente intento probar lo más típico de cada sitio, sin olvidarme ni del último detalle… ¡Sí! ¡Me encanta comer! ¡Lo tengo que reconocer…!

Y claro, de repente llego a una ciudad como Córdoba, y hay tanto para elegir… que me vuelvo loca.  Sobre todo porque es la cuna de uno de mis platos preferidos de toda la vida: ¡el salmorejo!

Así que cuando decidí hacer esta visita a la ciudad, tuve algo clarísimo: tenía que visitar la Salmorejería Umami, la primera del mundo. ¡¡Un restaurante especializado en salmorejos y que ofrece una carta de hasta 30 tipos diferentes de este plato!! ¡¡Tenía que ser el paraíso!!

Fachada del restaurante Umami

En el restaurante, a punto de pedir!

Umami no es otra cosa que “el quinto sabor”. Existen el dulce, salado, amargo, ácido… y “umami”. ¡Ah! ¿Que no lo sabíais? Pues proviene del japonés y significa “sabor agradable, gustoso”.

Entre los 30 salmorejos de la carta existen algunos tan apetitosos como el salmorejo evolutivo (con polvo de té verde y pedúnculo de tomate con anchoa), salmorejo de remolacha (con ralladura de queso curado de Zuheros y piñones)… o el salmorejo japonés (con habas de soja y wasabi con huevas de tobiko y nori). ¡Y de postre salmorejo de chocolate negro y almedra o de chocolate blanco con fresas! ¡¡Deliciosos!!

Salmorejo de chocolate negro y de chocolate blanco… deliciosos!

Aunque ojo, que el salmorejo no es lo único que sirven en Umami, ¡que conste! La carta incluye otros platos como arroces, ensaladas e incluso flamenquín. Todo buenísimo también.

El restaurante está situado en la calle Ángel de Saavedra, en pleno centro de Córdoba y junto a la judería. Es un local de dos plantas en el que hay que reservar si se quiere tener la suerte de probarlo. Dos de sus tres socios son Juanjo Ruíz –chef y Rafael, maître del local. Ambos son muy cercanos y agradabilísimos. ¡Os lo aseguro!

Así que ya sabéis, os propongo que anotéis bien este nombre: Umami. Y no os olvidéis de él cuando vayáis a visitar Córdoba! Después, ya me contaréis… 😛

Juanjo Ruíz y Rafael, chef y maître del restaurante

        6.    SALIR A TOMAR UNAS COPAS Y CONOCER LA VIDA NOCTURNA

De la vida nocturna de Córdoba os puedo decir que es una pasada. Y después de un duro día paseando por todo el centro y visitando los lugares imprescindibles de la ciudad… ¿qué mejor que tomarse una copita escuchando buena música?

Os propongo para ello varios lugares. El primero y que más me gusta es La Amapola. Un lugar algo underground donde podréis escuchar desde música indie, pasando por electrónica o chill out en un ambiente diferente. Con silloncitos en los que relajarse y decoración austera, es una buena opción.

Ambiente en el bar La Amapola

No hay nada como tomarse una copita al final de un día recorriendo Córdoba

Si lo que queréis es tomar una cervecita más tranquilos antes de proseguir la marcha, un lugar que me gustó mucho fue La Bicicleta. También se puede comer allí. Tiene unos banquitos de Ikea en su exterior en los que te puedes sentar como si estuvieras en el típico portal de una casa de pueblo en el que los vecinos salen por las tardes a tomar el fresco… Y mientras, ¡te tomas tu cervecita!

Sin embargo, si lo que te va es más una discoteca con todo tipo de música (más comercial, eso sí) pero con unas vistas alucinantes del río, tu lugar es el Soho, en la zona de la Ribera.

        7.    DISFRUTAR DE LA CIUDAD CON TRANQUILIDAD, CON SUS PARADAS CORRESPONDIENTES. 

Córdoba está repleta de barecillos y tascas en los que parar un ratito a descansar entre paseo y paseo. Y como el tapeo es de lo que mejor que tiene Andalucía, tanta oferta es estupenda.

Un pequeño bar que es parada obligada cuando se camina por la Judería es el Bar Santos. Esta tasca se ha hecho famosa en toda España gracias a sus tortillas… ¡no las habréis visto más grandes en vuestra vida! Cada una de ellas contiene 22 huevos… casi nada!

Las tortillas de 22 huevos en la vitrina del Santos

Lo ideal es pedir una tapita de tortilla y una cerveza y salir con tu plato al exterior. Justo en el muro que hay enfrente (que rodea la catedral, por cierto) se concentra todo el mundo, turistas y cordobeses, para pasar un buen rato al sol disfrutando de la charla y las tapitas.

Mi tapita de tortilla… os aseguro que está riquísima!

Cola para pedir en el bar Santos

Si el paseo te pilla por algún lugar más alejado de la judería, como puede ser por la Corredera, estás de suerte. Esta amplia y enorme plaza, que puede recordar a la plaza mayor de Madrid (por poner un ejemplo) tiene sus soportales repletos de barecillos. Con sus mesas exteriores al sol cuesta trabajo no hacer una parada mientras se degusta, por ejemplo, una tapita de flamenquín, otro de los platos típicos cordobeses.

Cartel indicando la Plaza de la Corredera

Plaza de la Corredera

Y si la parada la haces a la hora de merendar… en la Judería hay varias teterías, al más puro estilo marroquí, donde tomarte un buen té moruno acompañado por unas típicas pastas árabes. ¡Casi nada…!

        8.   CRUZAR EL PUENTE ROMANO Y DISFRUTAR DE LAS VISTAS DE LA CATEDRAL.

Quizás cuando se camina por las estrechas callecitas del centro de Córdoba uno no tiene perspectiva real de dónde se encuentra… Y para lograrla, lo mejor es alejarse un poco.

Desde la catedral hay un paseo precioso que se puede hacer rodeando su muralla hasta el Arco del Triunfo. Este arco, del siglo XVI, es la entrada al puente romano de Córdoba.

El Puente Romano

El puente también es conocido como Puente Viejo (y tan viejo…! Es del siglo I después de Cristo) y está situado sobre el río Guadalquivir. Normalmente esta zona está llena de gente y existe muy buen ambiente. Incluso muchos mimos y músicos aprovechan el lugar para trabajar.

Al otro lado del río las vistas que se obtienen de la ciudad son de las mejorcitas que hay 🙂

Mimo trabajando en el Puente Romano

Vistas de la Catedral desde el río

¡Y esto es todo! ¡¡Aquí os he dejado mi propuesta para un fin de semana en Córdoba!! Sólo queda que busquéis un huequito en vuestra agenda, reservéis alojamiento (yo me hospedé en el CÓRDOBA BED AND BE, ya os hablé de este bed and breakfast en este otro artículo), y prepararos para disfrutar!! 

Atardeciendo en el Guadalquivir